Un magnifico guión

La mano invisible del Kremlin


En 2007, Letonia sufrió, durante tres semanas, un ataque cibernético masivo que dejó al
país al borde del colapso. Todas las miradas se dirigieron entonces a Moscú, con quien el país mantenía una pugna diplomática por la retirada de símbolos pertenecientes a la época soviética. Pero era, tan solo, el preludio de lo que estaba por llegar.
En 2016 Donald Trump gana, contra todo pronóstico, las elecciones presidenciales en
Estados Unidos.putr
Las claves de la derrota de Hilary Clinton pronto se buscarían en un ataque cibernético
masivo y todas las miradas se volvieron, de nuevo, hacia el Kremlin, en concreto hacia
un edificio situado en el número 55 de la calle Savushkina, en San Petersburgo, desde
donde presuntamente opera el IRA, la Agencia de Investigación en Internet, también
conocida como Los Trolls de Olgino, que mediante sofisticadas técnicas de amenaza
permanente avanzada, conocidas como Sofacy, Fancy Bear o Pawn Storm, conseguirían introducirse en los servidores mejor protegidos del mundo para hacerse con informaciones confidenciales utilizando tácticas parecidas a las del ajedrez.
El mundo hablaba del futuro, en clave casi ficticia. De la misma forma, Francia comenzó a denunciar injerencias extranjeras en las presidenciales de abril de 2017 y, más recientemente, Gran Bretaña, que aún continua buscando explicaciones razonables al brexit.
Daba la impresión de que las culpas estaban en las malas manos de las perores prácticas, como si algo diabólico se hubiera apoderado de la opinión pública mundial.
Cataluña, y su referéndum de independencia, celebrado el 1 de octubre de 2017, no
podía ser excepción. Y Moscú volvió a colocarse en el centro de la diana.
Desde la eterna “amenaza” se habrían lanzado cientos de mensajes y noticias falsas a fin
de alterar los resultados finales. Aunque nada nuevo, aunque escaso.
En Cataluña y su “proces” cientos de mensajes -si, cientos según el balance del ministerio de interior español- habrían sido suficientes para variar el resultado de la consulta.
Facebook sin embargo, en una propuesta más ambiciosa, reconoce que la opinion pública norteamericana pudo haber llegado a recibir más de 120 millones de mensajes
falsos durante sus elecciones presidenciales.
Un menú sin duda mucho más consistente y fácil de digerir que plantea, en el nuevo
escenario de las noticias falsas una posibilidad realmente diabólica: si las noticias falsas
se combaten con falsas noticias el mundo y la realidad se vuelven absolutamente incomprensibles.

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55 Savushkina Ulitsa, San Petesburgo, Rusia

Desde aquella casa de San Petersburgo y financiado con dinero del Kremlin, los piratas
habrían conseguido acceder igualmente al Bundestag alemán, al Ministerio de Asuntos
Exteriores Italianos o al mismísimo Comité Nacional Demócrata de los Estados Unidos
de Norteamérica.
Aunque quizás se tratase apenas de una mera ficción, como mínimo irrelevante.
O quizás de una doble ficción.
Las autoridades políticas y diplomáticas del mundo continúan acusando a Rusia de
intentar desestabilizar a Europa apoyando los diferentes movimientos independentistas
existentes, una forma más de legitimar la anexión de Crimea, de mayoría rusa. Y sin embargo, un hombre, Donald Trump, el 45 presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, consiguió alcanzar la presidencia del país más poderoso de la tierra a
base de mentiras y noticias falsas.
Trump fue denunciado y acusado entonces, y de forma reiterada, de faltar a la verdad
por medios como la CNN, The Telegraph, New York Times o Wagshinthon Post.
Según este diario, Donald Trump habría dicho no menos de cinco mentiras al día desde
su toma de posesión, el 20 de enero de 2017.
Cinco mentiras al día, que multiplicadas por sus cien primeros días de mandato,
supondría que el presidente habría engañado al mundo en al menos 488 ocasiones.
Llegó a decir: “Nunca hubo intervención por parte de Rusia en el resultado electoral”
¿Una mentira más?
Quizás, por la CIA asegura que si.
“Hilary Clinton prostituía a niños en los sótanos de una pizzería”
“Barac Obama no tiene pasaporte norteamericano”
¿Dos mentiras más?
La receta del presidente resultaba elemental: alimentar a la opinión pública manejando, con total impunidad y maestría, las noticias falsas. En la era de la post verdad, Trump se había convertido en un maestro ganador al que incluso podría costarle su lugar como inquilino de la Casa Blanca.
Pero tampoco en España, su presidente, Mariano Rajoy, ha sabido alejarse de la moda
de las noticias falsas con sus legendarias “16 mentiras e incumplimientos”, al igual que
en el Reino Unido, donde las mentiras y noticias falsas vertidas por el UKIP y si líder,
Nigel Farage, con la connivencia explicita del Gobierno Cameron, concluyeron con la
salida del país de la Unión Europea y el desafío nacionalista más importante que ha
vivido Europa desde su refundación.
Adrian Chen, periodista y analista político de New York Times, resumía en 2015 con
dos claros ejemplos la facilidad con la es posible alimentar los bulos a través de la red.
En no de ellos, la explosión de un complejo químico en Centerville, Ohiao, aparecida
con pleno detalle y en directo en la cadena CNN, causaba una alarma sin precedentes
en todo el país norteamericano.
El Ejercito Islámico reivindicaba la acción, aunque cualquier que se tomara la molestia
de consultar la cadena en la que se había difundido la noticia, no habría encontrado ni
rastro de su publicación. En el otro, un camión estacionado en un aparcamiento del aeropuerto Internacional de Atlanta y una imagen editada sin localización resultaron suficientes para asociar una nueva emergencia que nunca ocurrió.
¿El Ébola había alcanzado a Estados Unidos?
Tampoco nunca ocurrió.
Ridley Scott estaría encantado de contar con semejantes guionistas.

 

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